
Amate, Kim
Acabo de ilustrar una historia emocionante, una aventura que, aunque no es real podría serlo. Nunca fui como Nahuel, ya que nunca he vivido en otra ciudad que no fuera la mía, ni tan grande como Barcelona ni tan pequeña como un pueblo o una casa aislada en la montaña. En Terrassa, mi ciudad, tuve más oportunidades que él: de niño fui a la escuela pública; más tarde, en la Escuela de Artes Aplicadas de Terrassa y la Llotja de Barcelona pude aprender diseño gráfico e ilustración, el oficio que más me gustaba. Trabajé en artes gráficas y en publicidad, y pude viajar por placer y no por necesidad. Con el tiempo, ilustrar libros se ha convertido en mi escuela, mi trabajo, mis viajes y una manera de recrear la vida de personas que no existen pero que parecen reales. En esta historia que tienes entre las manos, lo más importante para Nahuel es encontrar a su madre. En mi propia historia, lo más importante es mi familia y mis amigos, y dibujar personajes como él me ayuda a no olvidarlo.

Ballaz, Jesús
Nací en 1946 en Liédena, un municipio que linda con Leyre y Javier, dos lugares emblemáticos de Navarra. Aunque vivo en Cataluña hace muchos años, todavía siento que el centro de mi mundo es Arangoiti. Otra manera de decir que las historias de un escritor enraízan en su infancia. Me licencié en Filosofía y Letras, y toda mi vida laboral ha tenido relación con los libros. Me he sentado a los cuatro lados de una mesa editorial: editor, traductor, crítico y autor. Además de editar libros escolares y juveniles, he traducido y he hecho crítica literaria de libros infantiles. Obtuve una beca para pasar un tiempo en la Jugendbibliothek de Múnich, y allí descubrí que lo que a mí me gustaba se hacía por todo el mundo en centenares de lenguas. Traducir y hacer crítica (en las dos actividades tuve medalla, el Premio Nacional) me animó a escribir. A lo largo de más de 35 años he ido publicando libros de narrativa para niños y jóvenes, algunos premiados o traducidos a todas las lenguas de España y a varias lenguas extranjeras: alemán, francés, turco, japonés, coreano, chino… Y, por fin, este libro, ¡qué alegría!, se ha traducido al portugués, lengua que hablan dos de mis nietos.