Fin del mundo es solo el comienzo, El

Cartografía del colapso de la globalización

Durante generaciones, todo se ha vuelto más rápido, mejor y más barato. Hemos llegado al punto en el que, desde que decides que la deseas, casi cualquier cosa que desees puede ser enviada a tu casa en cuestión de días, e incluso horas. Un pequeño grupo de países hizo que esto fuera posible; pero ahora han perdido interés en mantenerlo en funcionamiento. Todo esto fue artificial. Todo esto fue temporal. Todo esto ha llegado a su fin. En su libro El fin del mundo es solo el comienzo, el autor y estratega geopolítico Peter Zeihan traza el mapa del próximo mundo: un mundo en el que los países o regiones no tendrán más opción que fabricar sus propios bienes, cultivar sus propios alimentos, asegurar su propia energía, librar sus propias batallas y además hacerlo con poblaciones que están menguando y envejeciendo. La lista de países que hacen que todo funcione es más pequeña de lo que creemos. Esto significa que todo lo relacionado con nuestro mundo interconectado, desde cómo fabricamos los productos hasta cómo cultivamos los alimentos, pasando por cómo mantenemos la luz encendida, cómo transportamos las cosas y cómo pagamos por todo ello, está a punto de cambiar. Siguiendo su estilo habitual, en lugar de gritar «¡fuego!» en el teatro geoeconómico mundial, Zeihan señala la acumulación de fósforos, gasolina y dinamita en las manos de una audiencia ignorante, sugiriendo que tal vez queramos avisar a los bomberos antes de que sea demasiado tarde. Un fin del mundo y, a la vez, un mundo que comienza. Zeihan lleva a los lectores en un viaje esclarecedor (y un poco aterrador), lleno de previsión, ingenio y con su irreverencia característica.

Historia del fascismo

La obra fundamental sobre el origen, expansión y caída del movimiento fascista en el siglo XX

El atractivo estético del fascismo italiano llegó a asimilarlo a las vanguardias de principios del siglo XX. Como todo nacionalismo, fue vivido por sus seguidores como una religión secular, procedente del socialismo izquierdista, pero a la vez con claros antecedentes derechistas. El estudio del fascismo, de su estética, de su lenguaje, de su poder de sugestión, no ha perdido actualidad y sigue atrayendo el interés de numerosos historiadores. Hablar con propiedad del fascismo exige conocer sus orígenes intelectuales y políticos. El auge del fascismo no llegaría a entenderse sin saber por qué Benito Mussolini acumuló tal número de seguidores y cómo supo aprovechar el descontento de todo un país con una potente mezcla de nacionalismo y populismo. Giovanni Giolitti, de la Unión Liberal y primer ministro en 1922, se encargó de hacer el resto: su debilidad política y su desacertado juicio acerca de las intenciones de Mussolini, permitieron a éste la toma del poder. Sus mejores herramientas: la inestabilidad política de la Italia de posguerra; su discurso de unidad nacional; el hábil manejo de la propaganda, el deporte y la cultura; la utilización del mito de la mujer-madre como símbolo de seguridad e impulsora de la regeneración del país; y la apelación a los jóvenes como valerosos forjadores de una Nueva Italia. Cuando el Partito Nazionale Fascista llega al poder, aquellos jóvenes, tan movidos por las ideas de valentía y coraje, creerán haber sido los hacedores de la Nueva Italia, una nueva Roma.
La presente obra profundiza en la estructura interna del partido –que acaba identificándose con el Estado–, en su política internacional y en su pretendida vocación de imperio. El autor recuerda que el fascismo fue un fenómeno con rápida repercusión internacional y el surgimiento de grupos miméticos en Europa, América y Asia.

Nuevos fascismos, Los

Manipular el resentimiento

Para desentrañar las causas políticas, culturales y psicológicas del resentimiento y su evolución contemporánea, Alberto González Pascual analiza el trumpismo y el islamofascismo, así como la persistencia en nuestro tiempo del nacionalismo, el racismo y el antisemitismo. Revisita las propagandas de Mussolini y Hitler, y sus ecos resucitados que colean en el presente. Profundiza en los efectos ambivalentes que tuvo el juicio de Auschwitz y en los rasgos del virus eclosionado durante la Guerra de los Balcanes. Y descubre sin tapujos la ligazón arcaica que las estructuras familiares producen no solamente sobre el psiquismo de la persona, sino también sobre los impulsos políticos que esta adopta por su influencia y con los que después funciona en los diferentes ámbitos de la sociedad. El fascismo está en plena forma. No es un fantasma del pasado, sino un fantasma eterno. Es una paradoja que la tecnología que propició la primera gran revolución industrial fuera el medio en el que varios millones de seres humanos fueran conducidos, desde todos los rincones de Europa, hacia campos de exterminio como el de Auschwitz, durante la Segunda Guerra Mundial. Steven Spielberg utilizó los primeros fotogramas de La lista de Schindler para evocar esa locura: la racionalidad de la técnica y el poder del progreso histórico puestos al servicio del mal.