¿Te enamoras perdidamente, pero temes los momentos de intimidad? ¿Estás harta de que te digan que eres “demasiado sensible”? ¿Te esfuerzas por respetar a tu pareja, que es menos sensible que tú? ¿O te has dado por vencido en el amor, por miedo a ser demasiado tímido o demasiado sensible para soportar las heridas? Las estadísticas indican que el 50% de los fac-tores que determinan un divorcio proceden del temperamento genético; y, si tú eres una de esas personas que componen el 20% de la humanidad que nació con una alta sensibilidad, entonces el riesgo de una relación problemática es especialmente elevado. Tu sistema nervioso, extraordinariamente afinado, capaz de captar aspectos muy sutiles y de tratar la información en profundidad, constituiría una magnífica ventaja para cualquier compromiso romántico, siempre y cuando tú y tu pareja se comprendan mejor. Pero, sin esa comprensión, es probable que tu sensibilidad te lleve a unas relaciones íntimas dolorosas y complicadas.