
Azaola, Alba
Nací en una familia tan grande y acogedora como una masía. De pequeña copiaba las ilustraciones de animales de Beatrix Potter. Pero siempre me ha costado concentrarme en una sola cosa. Así que, mientras crecía, además de leer y pintar, me dediqué a jugar con mi hermano, a viajar y a vivir aventuras con gente genial. Viví en diferentes lugares (preferentemente cerca del mar), estudié Biología y Oceanografía, y hasta hice un documental. Ahora vivo en La Garrotxa. Volví a estudiar, esta vez Ilustración e Ilustración Científica, y descubrí con alegría que para ser ilustradora no hace falta concentrarme en una sola cosa, sino que necesito vivir muchas aventuras, querer a mucha gente y salir a menudo al bosque a buscar abubillas.

Bernabè, Elena
Desde niña he soñado con convertirme en escritora. A los nueve años pedí a mis padres que me regalaran una máquina de escribir, y a partir de entonces la melodía del movimiento de las teclas impregnó mis días. Hablaba poco, pero escribía muchísimo. Cartas, cuentos y diarios acompañaron mi infancia y, sobre todo, mi adolescencia. A las puertas de la universidad, me encontré ante un dilema: ¿voy a la Facultad de Letras o a la de Psicología? Elegí la segunda, y solo muchos años después me di cuenta de que ambos caminos están muy conectados. Ahora escribo desde el pozo maravilloso de la psicología, del mundo interior. Escribir es para mí como una meditación, una inmersión en un mundo paralelo donde puedo dar forma a mis emociones y pensamientos, donde nacen conocimientos, ideas y soluciones.