La revelación de la unidad
Muchos son los que desconocen el hecho de que existe, siempre ha existido, oculta a ojos de los no iniciados, una ciencia más antigua y precisa que la ciencia moderna. Dicho conocimiento se remontaría en la historia más allá de civilizaciones como la egipcia o la sumeria y habría pasado de maestros a alumnos dentro de grupos de individuos escogidos, adeptos e iniciados, durante el transcurso de las eras. Sin embargo, aunque esta ciencia oculta y la ciencia convencional han sido cuidadosamente separadas, los grandes científicos de todos los tiempos las han conciliado en secreto. Pitágoras, Leonardo da Vinci, Newton, Leibniz, Edison, Tesla o Einstein son algunos de los nombres destacados de la historia de la ciencia occidental, que han formado parte directa de las enseñanzas secretas o han fundamentado sus ideas en los anales de la «escuela invisible». Existen evidencias absolutamente innegables de civilizaciones tecnológicamente avanzadas que nos precedieron y que reconocieron que el lenguaje universal procedente de «la fuente» eran las matemáticas. Dichas civilizaciones codificaron su legado no sólo en arte, monumentos y textos antiguos, sino en los propios lenguajes y tradiciones culturales. El testigo que nos ofrecieron desafiando el paso del tiempo fue que todo está conectado y que ello es demostrable desde un punto de vista estrictamente matemático. Sigue las sutiles pistas dejadas a través de las civilizaciones para descubrir el «Corpus Hermeticum», la llave maestra que abre todas las puertas al conocimiento del pasado y ¿quizás también del futuro?
El libro de las hierbas (N.E.) (N.P.)
Médico y filósofo genial, profesor de la Universidad de Basilea, precursor de la medicina moderna, Paracelso rechazó la teoría médica de su época para experimentar de acuerdo con las leyes naturales y denunció los exagerados beneficios que obtenían los farmacéuticos vendiendo remedios que no servían para nada o casi nada. Enfocó su interés, más en hallar la causa de la enfermedad, que en administrar a ciegas remedios que no habían sido convenientemente experimentados. Ello le valió odios encarnizados, persecuciones feroces y el rechazo casi unánime de la clase médica de su tiempo. En este extraordinario tratado, Paracelso confiesa «haber aprendido la clasificación de las plantas en fórmulas perfectas para que los enfermos encuentren un perfecto socorro». «Las influencias de Paracelso, doctor en dos medicinas, llegan hasta la actualidad más palpitante, como se ve en este “herbario”»: Gerhard E. Solbrig.