Lenin. El gran error que hizo caer la URSS

Una crítica marxista al derecho de autodeterminación

Una de las frases insignes de Stalin reza: «Los principios vencen, los principios no se concilian». Pero ¿qué ocurre cuando un principio se demuestra materialmente viciado y, de hecho, llega a suponer el total fracaso de la doctrina? ¿Qué hacer cuando, en este caso, se traduce en el descalabro histórico de un Estado como la URSS y en la anulación política de sus acríticos imitadores, para mayor gloria del sistema al que se enfrentaba? El marxismo-leninismo quedó condenado desde que el propio Lenin se encontró con Woodrow Wilson en la defensa de un concepto idealista que fundaría el siglo XXI: el supuesto derecho de autodeterminación, la victoria ¿definitiva? del capital sobre hombres y naciones. La idea de que una región pueda decidir desligarse del Estado al que pertenece (lo que no es en puridad derecho alguno, sino un privilegio de secesión) parte de una raíz metafísica que la conecta de lleno, sí, con la también fantasiosa creencia de que un sujeto puede afirmarse de otro género y cambiar de cuerpo. La rabiosa actualidad de la cuestión autodeterminista en la geopolítica y en la sociedad española y mundial nos exige preguntarnos por su origen y fundamento. ¿Cómo llegó Lenin a alinearse con Lutero, Kant? ¿Y por qué hoy las izquierdas siguen presas de un dogma nacido de tal desacierto? Cuando se cumplen cien años del fallecimiento del histórico líder soviético, este estudio se propone desarrollar una inédita y difícil, pero pertinente crítica de la que hoy constituye la peor herencia de su obra. Santiago Armesilla es el primer marxista que rechaza la autodeterminación en su ámbito y, de la mano del materialismo político, promete destruir los fundamentos filosóficos de la idea que ha desterrado al ocaso al comunismo.

Eso no estaba en mi libro del Tercer Reich

Historias sorprendentes y desconocidas que nos descubren una época tan terrible como fascinante

La Alemania nazi despierta una merecida repulsa por los aborrecibles crímenes que se cometieron bajo aquel régimen abyecto. Pero no es menos cierto que el Tercer Reich suscita también una inconfesada fascinación, que provoca que todo lo que le rodea atraiga un vívido e inextinguible interés. El que se acerque a estas páginas podrá conocer esa perturbadora dualidad a través de una experiencia inmersiva, mediante la cual experimentará lo que sintieron los alemanes que vivieron aquellos turbulentos años. En la primera parte de la obra, el lector se embarcará en uno de los cruceros a Madeira con los que el régimen premiaba a los trabajadores germanos, viajará por las autopistas que despertaron admiración en todo el mundo o disfrutará de un inolvidable viaje a Río de Janeiro en el dirigible Hindenburg. También podrá, haciendo un ejercicio de imaginación, visitar la Alemania actual para admirar las mega construcciones que Hitler hubiera levantado de haber ganado la guerra. Igualmente, se asombrará al conocer los viajes de los exploradores nazis al Himalaya, el Amazonas y la Antártida, o los prodigiosos adelantos técnicos logrados por aquel régimen, que sólo serían superados varias décadas más tarde. Tras ese espectacular panorama de los brillantes logros alcanzados por la Alemania nazi, el lector deberá enfrentarse en la segunda parte de la obra al terrible contrapunto. Comenzando por las pesadillas que aquel régimen totalitario provocó en muchos alemanes y siguiendo por los episodios menos conocidos del terror y la crueldad que desplegó, esas duras páginas mostrarán hasta qué cotas de iniquidad puede descender el ser humano.